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dos pasadizos al mismo tiempo. Sería el método más eficiente, ¿verdad? Si cada grupo
está formado por un humano y un androide, creo que deberíamos ser capaces de
continuar comunicándonos incluso si llegáramos a estar separados por una cierta
distancia.
No está nada mal, Cetrespeó dijo Lando . Tenemos dos bobinas, así que
podríamos colocar cables en ambos pasadizos. ¿Lobot?
Estoy en contra de que nos separemos dijo Lobot . Las válvulas y conductos que
se abren aparentemente al azar pueden cerrarse con idéntica facilidad. También cabe la
posibilidad de que se nos haya ofrecido esta elección precisamente con el propósito de
conseguir que nos dividamos en dos grupos.
Lando frunció el ceño.
Si no nos separamos, ¿qué pasadizo elegimos?
Lobot meneó la cabeza.
La elección en sí no tendrá ninguna importancia, Lando. Limitémonos a elegir uno.
No la tuvo, en efecto. El pasadizo elegido por Lando terminaba trescientos metros más
adelante, después de haberse desviado bruscamente ¿hacia dentro? formando un
ángulo de casi noventa grados. Cuando volvieron por donde habían llegado, el otro
pasadizo les llevó hasta otra bifurcación que era el reverso de la primera, y a otro corto
tramo de pasillo que se desviaba con idéntica brusquedad antes de terminar de repente.
Hay algo allí abajo dijo Lando, que se había quedado un poco rezagado mientras
los demás empezaban a retroceder . Los dos callejones sin salida van al mismo sitio. El
hiperimpulsor podría estar ahí abajo.
Lobot enseguida se dio cuenta de que el barón estaba sintiendo la tentación de
comprobar si su teoría era correcta abriendo un agujero en la pared con un disparo de
desintegrador, y se apresuró a alargar la mano para rozarle el hombro.
Vamos dijo el ciborg.
Estoy harto de esto.
Ya lo sé dijo Lobot . Pero también sabes que dejar incapacitado un hiperimpulsor
y desestabilizarlo son dos cosas muy distintas, ¿no? Encontraremos una forma mejor.
Lando echó un vistazo a las lecturas de su panel.
Muy bien dijo . Pero si no la hemos encontrado cuando estos numeritos estén a
punto de convertirse en una hilera de ceros, volveré a este sitio. No pienso quedarme
cruzado de brazos mientras veo cómo la muerte se va acercando poco a poco, Lobot.
Nunca esperaría eso de ti, amigo mío dijo Lobot . Pero ahora... Vamos, Lando, te
lo ruego, salgamos de aquí.
Y los dos volvieron por el pasadizo, volando el uno al lado del otro.
Dando muestras de una repentina habilidad mecánica hija de la desesperación, Lando
y Lobot consiguieron improvisar cuarenta y un anclajes con trozos de la plataforma del
trineo y los suministros adheridos a ella. Colocados a intervalos de doscientos metros,
esos anclajes permitieron tender más de ocho kilómetros de cable que cubrían tres
pasadizos principales y más de quince ramificaciones.
Durante el curso de sus exploraciones, el equipo catalogó once válvulas obturadoras,
dieciocho válvulas de control del flujo y tres rutas distintas para volver a su indicador
original. El propósito de los mecanismos y la pauta de sus movimientos siguieron siendo
tan impenetrables como de costumbre, pero aun así el mapa holográfico de Erredós fue
cambiando poco a poco hasta adquirir una forma más útil, enmarcando lo desconocido
con lo conocido.
Y mientras tanto el Vagabundo seguía avanzando por el hiperespacio, aparentemente
sin enterarse de la presencia de los pasajeros que se movían cautelosamente por su
interior. Los temores iniciales se desvanecieron. El navío seguía siendo tan misterioso
como al principio y les había revelado muy pocos de sus secretos, pero dejó de ser una
enigmática entidad amenazadora. La amenaza que pesaba sobre sus vidas se había
vuelto tan impersonal como el gráfico de una ecuación..., y se trataba de una ecuación en
la que ninguna de las variables se hallaba bajo su control.
Después de que otro pasadizo inexplorado hubiera vuelto a decepcionarles llevándolos
hasta un pasaje en el que ya habían tendido sus cables de desplazamiento, los dos
humanos y los dos androides se detuvieron allí por un mutuo consenso tácito para
descansar y hacer acopio de nuevas reservas de ánimos.
Lando tensó el trozo de cable al que se había agarrado, y después se lo enrolló
alrededor de una muñeca y permitió que le mantuviera inmóvil.
¿Cuál es la duración actual de este salto? preguntó.
Un poco más de treinta y siete horas dijo Lobot.
No sé adonde vamos, pero no cabe duda de que está muy lejos murmuró Lando, y
suspiró . Veamos, cuatro veces tres coma uno cuatro por treinta y nueve al cubo dividido
por tres... A estas alturas podríamos estar en cualquier punto de un cuarto de millón de
años luz cúbicos de espacio. Van a necesitar un telépata para encontrarnos.
Deberíamos dormir dijo Lobot.
¿Por qué?
Dormir nos ayudará a conservar nuestros recursos consumibles. Y los seres
humanos no funcionan al máximo de eficiencia cuando están fatigados.
Y cuando estamos muertos tampoco funcionamos demasiado bien replicó Lando
. Las cinco horas que dediquemos a echar la siesta pueden ser las cinco horas que
necesitaríamos para salir de este lío.
Y las cinco horas que no dediquemos a «echar la siesta», como tú dices, podrían
hacer que uno de nosotros cometiera un error de cuyas consecuencias no lograríamos
recuperarnos.
Tenemos a los androides para evitar que cometamos errores. Ellos no se cansan
dijo Lando . Y además... Bueno, tengo hambre. No consigo quitarme de la cabeza la
idea de que si seguimos dando vueltas por aquí acabaremos encontrando una de esas
cafeterías que están abiertas las veinticuatro horas del día.
Ésa no es una expectativa muy racional, Lando.
Lando soltó una risita llena de cansancio.
Todavía sé darme cuenta de cuándo estoy diciendo tonterías dijo . ¿Y tú?
¿Todavía sabes darte cuenta de cuándo estás confundiendo un chiste con una afirmación
seria?
Amo Lando...
¿Qué ocurre, Cetrespeó?
¿Cree posible que esta nave haya salido del hiperespacio sin que nos hayamos
enterado? Quizá estábamos demasiado concentrados en nuestras actividades. Puede
que no hayamos ido tan lejos como teme.
No se limitó a decir Lando . Nunca había oído gruñir a una nave de la manera en
que lo hace ésta cuando entra o sale del hiperespacio. No se nos puede haber pasado
por alto. No a mí, por lo menos... He estado pensando en ello. Sí, he estado pensando en
todo el tiempo que el Vagabundo lleva huyendo de cualquier nave que se le aproxime,
entrando y saliendo del hiperespacio, y en cuánto tiempo ha transcurrido desde la última
vez en que fue sometido a una inspección estructural y un buen repaso general.
»Un amigo mío que trabajaba en el astillero de Atzerri me enseñó los hologramas de
revisión de las naves que habían pasado por sus talleres. Pude ver las microfracturas en
el recinto del hiperimpulsor y los soportes internos, e incluso las que habían aparecido en
la quilla de un acorazado...
»No, aun suponiendo que dispusiéramos de todo el oxígeno, de toda el agua y la
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